Un niño se acerca y me dice: "la felicidad no existe" y se va corriendo hacia donde estaba su familia. El padre, un payaso fuera de su horario de trabajo, y la madre, una "dama" fuera de su horario de trabajo.
Cualquier producto de origen animal (huevos, lácteos, carne, etc.) implica considerar que los intereses de los humanos pueden prevalecer por encima de los intereses de los demás animales que son utilizados para su producción. Así, éstos son comprados, vendidos, privados de libertad, alejados de sus familias, inseminados artificialmente, matados... en definitiva, siempre son las víctimas de los productos para los cuales fueron criados. Podemos llevar vidas sanas y equilibradas sin necesidad de alimentarnos de dichos productos. Elegir entre la vida y la muerte de cientos de animales, es tan sencillo como elegir uno u otro plato en el menú.
Carlitos Rodriguez
Ellos critican nuestras ideas por el hecho de ser diferentes. Ellos están perdidos y así nos quieren hacer sentir.
Poldy Bird
Porque desde aquella lejana, lejanísima primera vez que nos vimos, quedó un delgado, finísimo, invisible hilo uniéndonos... un hilo que nada puede cortar, un hilo que atraviesa paredes, muros, montañas... un hilo indestructible que no soltaste, que no solté, y que al fin volvió a reunirnos para que la historia termine su retrato, tal vez poniendo un poco menos de tonalidad en la paleta, o distintos colores y brillos, pero retornando a los dos mismos protagonistas.
Eduardo Galeano
...Y de todo lo que José Luis aprendió de su padre, eso fue lo principal: - Lo importante es reír -le enseñó el viejo-. Y reír juntos.
Edgar allan poe
-Caballeros -dije, por fin, cuando el grupo subía la escalera-, me alegro mucho de haber disipado sus sospechas. Les deseo felicidad y un poco más de cortesía. Dicho sea de paso, caballeros, esta casa está muy bien construida... (En mi frenético deseo de decir alguna cosa con naturalidad, casi no me daba cuenta de mis palabras). Repito que es una casa de excelente construcción. Estas paredes... ¿ya se marchan ustedes, caballeros?... tienen una gran solidez. Y entonces, arrastrado por mis propias bravatas, golpeé fuertemente con el bastón que llevaba en la mano sobre la pared del enladrillado tras de la cual se hallaba el cadáver de la esposa de mi corazón. ¡Que Dios me proteja y me libre de las garras del archidemonio! Apenas había cesado el eco de mis golpes cuando una voz respondió desde dentro de la tumba. Un quejido, sordo y entrecortado al comienzo, semejante al sollozar de un niño, que luego creció rápidamente hasta convertirse en un largo, agudo y continuo alarido, anormal, como inhumano, un aullido, un clamor de lamentación, mitad de horror, mitad de triunfo, como sólo puede haber brotado en el infierno de la garganta de los condenados en su agonía y de los demonios exultantes en la condenación.
Victhor de vere
¿Separa Dios lo que como hombre uní? Supiera Dios que al menos, cuando dormí sereno entre sus brazos aprendí que despertar es morir.
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